Es mostren els missatges amb l'etiqueta de comentaris Articles. Mostrar tots els missatges
Es mostren els missatges amb l'etiqueta de comentaris Articles. Mostrar tots els missatges

13.7.21

EDITAR MAL, ¿NO ES ACASO UN CONCEPTO EQUIVOCADO DE LA VIDA?: EL CASO DE LA JUNGLA DE ASFALTO, DE W.R. BURNETT, EN RBA.

 article inèdit (2021)



La jungla de asfalto, un clásico del género negro 

En 1949 Alfred A. Knopf publica la novela The Asphalt Jungle, de W.R. Burnett, que es rápidamente aclamada por la crítica. Antes, Dore Schary, en aquel entonces jefe de producción de la Metro-Goldwyn-Mayer, había comprado los derechos de adaptación de la novela cuando ésta era aún un manuscrito, en un esfuerzo por igualar el éxito que la Warner Brothers obtuvo con las adaptaciones de novelas de Burnett como Little Caesar y High Sierra. Al año siguiente —el 23 de mayo de 1950—, se estrena la homónima adaptación cinematográfica realizada por John Huston, que consigue cuatro nominaciones a los Oscar ―como mejor director, mejor actor secundario, mejor guión adaptado y mejor fotografía en blanco y negro―, y Sam Jaffe se alza con la Copa Volpi en el Festival de Venecia como mejor actor. El film marca un hito en el cine negro de la época.

La jungla de asfalto no está protagonizada por un detective privado ni por las fuerzas del orden, sino por un grupo de delincuentes, una banda de atracadores que se reúne circunstancialmente para realizar un golpe en una importante joyería de una ciudad del Medio Oeste, todos ellos profesionales en su campo. El film narra la preparación y ejecución de un robo muy bien planeado que, finalmente, fracasa debido a una serie de imprevistos relacionados con el factor humano. En España la película de Huston llega apenas medio año después que a las pantallas norteamericanas —el 18 de diciembre de 1950—, y al año siguiente el editor Luis de Caralt publica la novela con traducción de José Mª Claramunda.

William Riley Burnett (Springsfield, 25 de noviembre de 1899 – Santa Mónica, 25 de abril de 1982), escritor y guionista, es el máximo exponente de la crook story, una corriente de la novela negra norteamericana que otorga el protagonismo de la narración al delincuente profesional. Burnett, «cubre toda la historia de la novela negra y a través de una esfera muy particular: la contemplación de la delincuencia profesional desde su propio interior y en sus distintas plasmaciones al compás de sucesivas etapas»,[1] y su obra —hasta 1981 con Good-bye, Chicago: 1928, final de una era (Goodbye, Chicago: 1928, End of an Era)— se convierte en la crónica de la evolución del crimen en Estados Unidos. En su primera novela, El pequeño César (Little Caesar, 1929), Burnett retrata la ascensión y caída de un gánster de origen italiano, Enrico Rico Bandello, en plena Ley Seca. Más tarde, con Alta Sierra (High Sierra, 1940), le toca el turno a otro tipo de delincuente consecuencia de la Depresión, el proscrito rural, encarnado en la figura de Roy Mad Dog Earle. Con La jungla de asfalto, su novela más compleja, el escritor norteamericano inicia una trilogía —«When I have something to say and I can't say it in one book, I do a trilogy»—[2] que denuncia la corrupción de la administración pública, que continuará con Little Men, Big World (1951) y Vanity Row (1952); y también abre una sublínea de la crook story, la narración del hold-up —el atraco a mano armada— desde el punto de vista de los atracadores.

La corriente de la crook story, que nace a finales de los años veinte, es continuada por autores como Pete Rabe, Donald E. Westlake, George V. Higgins, Elmore Leonard o Edward Bunker; y La jungla de asfalto influye decisivamente en la obra de Lionel White, autor especializado en la descripción de hold-ups, en novelas como Atraco perfecto (Clean Break, 1955). En La jungla de asfalto, Burnett retrata el delito en una gran ciudad como consecuencia de la contienda mundial, y arma una novela coral con un puñado de individuos solitarios. El cerebro del golpe, Erwin Doc Riemenschneider, de ascendencia alemana, acaba de salir de prisión y ya lleva el plan del próximo atraco bajo el brazo; Charles Cobby, que regenta un garito de apuestas, anhela el prestigio y la seguridad de estar cerca de gente importante y se vanagloria de contar con la amistad de «El Gran Hombre»; Alonzo D. Emmerich, un corrupto abogado criminalista ―también de ascendencia alemana―, secretamente arruinado, con una mujer enferma y una amante, Angela Finlay, que podría ser su nieta; Dix Handley, hombre de campo, rudo pistolero y apostador a las carreras de caballos, con un personal código de honor, que sueña con volver a su Kentucky natal; Louis Bellini —también llamado Schemer—, de origen italiano, amantísimo esposo y padre, semirretirado revientacajas que se desvive por ofrecer un futuro a su familia; Gus Minisi, también italiano y amigo de Louis, jorobado que ama a los gatos y ocasional conductor en atracos, y Bob Brannom, detective sin escrúpulos, contratado por Emmerich para hacerse por la fuerza con la totalidad del botín una vez realizado el golpe.

Con estos elementos Burnett teje una historia de sospechas, traiciones y soledades; un estudio de caracteres, un retrato de la sociedad en la que un nuevo tipo de delincuencia salida de la posguerra toma el relevo al gansterismo de décadas anteriores, cuando aún contaban las reglas y los pactos, y en la que el delito se convierte en un negocio similar al de una empresa capitalista, con su jerarquía de funciones y objetivos. Y todo ello enmarcado en la corrupción de la administración pública e inmerso en la jungla de asfalto —la gran ciudad—, germen de la corrupción, en contraposición con la naturaleza, refugio de la inocencia. Pero el asalto a la joyería Pelletier empieza a torcerse. La fatalidad se cierne sobre sus actores. Una alarma que no debía sonar, suena. La caída fortuita de una pistola hace que ésta se dispare y hiera mortalmente a Louis. Emmerich, con la ayuda de Brannom, intenta hacerse con el botín, y en el tiroteo muere el detective y Dix sale malherido. Cobby y Gus son detenidos. Cuando Emmerich va a ser arrestado por la policía, se suicida; y la pasión por las jovencitas hace que Riemenschneider pierda unos minutos valiosísimos en un bar, y éste reflexiona poco después de ser atrapado: 

En teoría, los planes pueden ser perfectos; pero los planes, tanto para el robo, como el hecho a la casa Pelletier, como para una campaña militar o un negocio de gran envergadura (el crimen profesional no es otra cosa que una zurda intensificación de las formas normales del esfuerzo), han de ser ejecutados. Y han de ser ejecutados, no por máquinas bien engrasadas y sin alma, sino por hombres, por los mejores y más hábiles hombres de entre los que sufren las impronosticables aberraciones de su yo y de las emociones.[3] 


Lo terrible en el caso de Dix es que cuando consigue llegar —junto con su amiga Doll—, exhausto y herido de muerte hasta la granja de su niñez, descubre que la herencia de los Jamieson se ha malogrado. Una familia de polacos compró, diez o doce años atrás, la granja que ocuparon seis generaciones de sus ancestros. Una extraordinaria novela que cuenta, además de la de Huston, con otras tres adaptaciones cinematográficas: The Bandlanders (1958), de Elmer Davies, en clave de western; Cairo (1963), de Wolf Rilla, ambientada en Egipto; y Cool Breeze (1972), de Barry Pollack, un producto del blaxploitation de los años setenta, y también con una serie televisiva de la mgm de trece episodios, The Asphalt Jungle (1961), en la que el autor aparece acreditado como «serie basada en la historia de Burnett».

Desde el principio se ha hecho difícil leer La jungla de asfalto de Burnett sin poner a los personajes el rostro de los actores del film de Huston. ¿Acaso es posible imaginar otro rostro —otra apariencia— para Dix Handley que el de Sterling Hayden? Y qué decir del doctor Riemenschneider, ¿acaso alguien puede mejorar a Sam Jaffe? ¿O a Angela, interpretada por Marilyn Monroe? La novela de Burnett y el film de Huston quedarán indisolublemente unidos para siempre como obras maestras del género negro.

 

La forma en que algunos editan 

Por todo lo expuesto anteriormente, no cabe duda de que nos hallamos ante un gran clásico de un destacado autor de la primera generación de la novela negra norteamericana. Ahora vamos a ver el recorrido de este clásico en el mundo editorial español, y cómo le ha llegado al lector actual. Como hemos dicho más arriba, la primera traducción española de La jungla de asfalto es de José Mª Claramunda, publicada en 1951 por Luis de Caralt, en la colección «Club del Crimen»; y no es hasta el boom editorial de novela negra que sigue a la muerte de Franco que proliferan las publicaciones de La jungla de asfalto. En 1978 Luis de Caralt la reedita en la colección «Biblioteca Universal Caralt», y ya entonces el crítico Augusto Martínez Torres se lamenta de la traducción de Claramunda: 

Editada entre nosotros en su momento, agotada hace mucho tiempo, la reedición realizada hace unos meses tiene especial interés por aparecer en una etapa de máxima difusión de la «novela negra» en nuestro país y tratarse de una obra clave de un autor de primera línea que hoy está demasiado olvidado. Aunque es una pena que se haya empleado la misma apresurada, inconsistente y casi ilegible traducción que se hizo hace años para esta reedición.[4] 


Y a lo largo de la década de los ochenta varias editoriales publican la novela: Bruguera en 1982, como número 76 de la colección «Club del Misterio»; Orbis en 1984, en la «Biblioteca de Grandes Éxitos»; y Planeta en 1985, como número 11 de su colección «BestSellers. Serie Negra». Las dos últimas como La jungla del asfalto, y todas ellas con el copyright de la traducción de José Mª Claramunda de 1978.

En 2008, rba empieza a publicar en bolsillo algunos títulos clásicos en la colección «Clásicos novela negra», provenientes de catálogos de los años ochenta de editoriales ya desaparecidas, como Júcar o Bruguera; y en octubre reorienta la colección «Serie Negra», que viene editando desde 2001 en cartoné novedades bajo la dirección de Anik Lapointe, y fusiona la publicación de novedades y clásicos en la nueva «Serie Negra», en formato trade, con numeración y un diseño identificativo. En esta época rba me invita a realizar un prólogo para la nueva edición de la novela de Burnett. Supongo que al inaugurar una nueva etapa de la «Serie Negra» traducirán nuevamente La jungla de asfalto, haciendo suyas las palabras de Paul Valéry de que «cada generación debería traducir a los clásicos». Una suposición que viene refrendada por unas declaraciones de la propia Lapointe que apuntan en esa dirección: «"No escatimaremos medios ni recursos". Esto incluye que determinadas obras que fueron mal traducidas al castellano, sean revisadas».[5] Para la redacción del prólogo releo la edición de Planeta de 1985 y visiono varias veces el film de Huston. En las tres ediciones de los años 80 que consulto ―Orbis, Bruguera y Planeta― consta el copyright de la traducción de Claramunda de 1978, por lo que doy por supuesto que no había sido traducida hasta entonces, y en el prólogo afirmo que «hubo que esperar al boom de la novela negra de los ochenta para leer La jungla de asfalto».[6]

En octubre de 2008 aparecen los dos primeros números de la remodelada «Serie Negra»: La muerte de Amalia Sacerdote, de Andrea Camilleri, y La jungla de asfalto, de W.R. Burnett. La esperanza de que rba tratará la novela de Burnett como lo que es, un gran clásico, se desvanece al hojear el libro… Se continúa usando la misma traducción, una mala costumbre editorial que ya es señalada por Carlos Abio Villarig: 

En muchas ocasiones la misma traducción, una vez efectuada, servía para muchas editoriales posteriores, las cuales, en algunos casos condensaban el tt [texto traducido] de acuerdo a sus necesidades. En España este caso se dio con asiduidad e incluso ha llegado hasta el siglo xxi, en el que siguen apareciendo libros "nuevos" en el circuito comercial con traducciones realizadas hace más de 50 años (…); otro ejemplo sería el libro de William Riley Burnett, The Asphalt Jungle, traducido por José Mª Claramunda Bes en 1951 para la editorial Caralt con el título de Jungla de asfalto y vuelto a editar con el mismo texto para la editorial rba en 2008.[7]  


A pesar de las declaraciones de Anik Lapointe en una entrevista en la que afirma: «pasan los años y el lenguaje cambia, y a veces con todos los grandes clásicos cada veinte, cincuenta, treinta años tienes que hacer una nueva traducción. Se hace con la literatura y con algunos grandes libros»,[8] rba se limita a usar la traducción de José Mª Claramunda —¡57 años después!—, con algunas correcciones[9] que no solo no mejoran el texto sino que en algún caso modifica absolutamente el sentido de la frase. El corrector de rba elimina la palabra «zurda» de una frase crucial de la novela —imagino que por encontrarla demasiado «argentina»—,[10] y cambia totalmente su significado. Además de designar la mano izquierda, «zurda» también tiene otra acepción: «al contrario de cómo se debería hacer». Y así, la frase «professional crime being only a left-handed intensification of normal forms of endeavor»,[11] de Burnett, traducida como «el crimen profesional no es otra cosa que una zurda intensificación de las formas normales del esfuerzo», por Claramunda, se convierte en «el crimen profesional no es otra cosa que una intensificación de las formas normales del esfuerzo».[12] Es decir, para ese zurdo corrector, trabajar mucho es un crimen. Vaya por delante que «suena» bastante mejor el doblaje de la película de Huston que la traducción del libro, que es excesivamente literal, y la frase anterior, que Huston concentra y pone en boca de Emmerich, se convierte en la más comprensible «el crimen es la consecuencia de un concepto equivocado de la vida».[13]

La adaptación de John Huston es muy fiel a la novela, o esto debió pensar quien redacta la sinopsis de la contracubierta que —para qué perder tiempo, o acaso para «no intensificar las formas normales del esfuerzo»— se limita a hacer un refrito de la contracubierta de la edición en dvd de la película,[14] sin ser consciente que Huston había cambiado algunos nombres de los personajes de la película respecto de los de la novela: 

Erwin Doc Riedenschneider, un criminal legendario que acaba de salir de la prisión, tiene un plan brillante para robar una joyería. En busca de apoyo financiero, propone la idea al abogado corrupto Alonzo D. Emmerich. Emmerich acepta financiarlo y Doc prepara el golpe sin sospechar de las verdaderas intenciones de su protector. Para llevar a cabo el robo necesita reclutar a varios hombres; al experto en cajas fuertes Louis Ciavelli, al chofer Gus Minissi y al matón Dix Handley. El robo es todo un éxito y Dix y Doc llevan el botín a su comprador, Emmerich que, arruinado y en bancarrota como consecuencia de un loco romance, intentará apoderarse de las joyas robadas.[15] 


Así el cerebro del atraco, que en la novela se llama Riemenschneider, en la película —y en la contracubierta— es Riedenschneider. Parecidos pero diferentes. Peor, aún, es el caso de Louis Bellini, también llamado Schemer en la novela, que en la película —y, sí, también en la contracubierta— es Louis Ciavelli, y Gus Minisi se convierte en Gus Minissi, como en el film. Si a todo lo expuesto anteriormente, le añadimos la frase que aparece en la contraportada: «La primera edición de esta obra fue publicada por Editorial Bruguera en 1978» y mi error en el prólogo, en el que afirmaba que «hubo que esperar al boom de la novela negra de los ochenta para leer La jungla de asfalto»…[16] el desaguisado total estaba servido. En 2012 rba reedita la novela en la «Serie Negra» en cartoné, un nuevo diseño de la colección y un nuevo texto en la contracubierta: 

Erwin 'Doc' Riemenschneider, un criminal legendario que acaba de salir de la prisión, tiene un plan brillante: robar una joyería. Con ayuda del abogado corrupto Alonzo D. Emmerich preparan el meticuloso golpe y reclutan a un experto en cajas fuertes, Louis Bellini, a un chofer, Gus Minissi, y al matón, Dix Handley. El robo es todo un éxito, pero el reparto del botín resultará más sorprendente y peligroso de lo que se puedan llegar a imaginar.[17] 


Se mantiene el prólogo y la mismas correcciones a la traducción de José Mª Claramunda; y esta misma edición, pero sin prólogo y con otro texto en la contracubierta, en el que vuelve a aparecer Louis Ciavelli en lugar de Luis Bellini y Gus Minissi en lugar de Gus Minisi, la ofrece el diario El País en agosto de 2014 como promoción veraniega en una selección de 15 «Grandes clásicos de la novela negra». Ya en 1957 Rafael Tasis advertía que en nuestro país la novela policíaca se presentaba usualmente como un género menor:

 

Una rutina editorial, que parece difícil de contradecir, ha hecho que, aquí, la novela policíaca se presentara usualmente como un género menor, por lo menos en la presentación externa y en el precio de venta. Claro está que este último detalle, si no va acompañado de unas tiradas considerables, como las que tienen los paperbacks americanos e ingleses (de los cuales los más conocidos y prestigiosos son «Penguin», «Pocket» y «Signet Books»), hace que, automáticamente, el autor de novelas policíacas esté mal pagado, que las traducciones sean malas y que el lector se acostumbre a considerar este tipo de libros como un manjar para paladares poco exigentes en calidad literaria.[18] 


Hace algunos años Clémentine Thiebault y Mikaël Demets, en un interesante artículo repasaban el maltrato que han sufrido los clásicos de la novela negra en el mundo editorial francés ―recuérdese que la colección «Série Noire» de Gallimard limitaba a un máximo de 254 páginas sus novelas, y lo que no cabía se cortaba― y afirmaban que, en la década de 1950 y hasta hace poco, los editores no han dudado en recortar los costes de traducción y producción de las novelas negras, consideradas durante mucho tiempo un subgénero: 

Finalmente, «traduciendo» es donde surge el problema. Para llegar a una gran audiencia, y obviamente a un público popular, dado que la novela policíaca, como todavía se la llama, es algo destinado a las clases bajas, es necesario reducir costes. Ahorrar a toda costa. De entrada, la paga del traductor que, inevitablemente, hace una chapuza y no siendo un gran especialista en inglés, acumula errores, malas interpretaciones y absurdos. [19] 


Así las cosas, y mientras ahora muchas editoriales europeas vuelven a traducir a los grandes clásicos de la novela negra norteamericana, setenta años después de la edición de The Asphalt Jungle, el lector español solo cuenta con la versión de José Mª Claramunda —con la desafortunada intervención del corrector de rba— para acercarse a ese magnífico clásico, y rba reincide nuevamente en 2017 y en 2021, con nuevas ediciones y la misma traducción. Visto lo visto, señoras y señores, ¿no consideran que editar mal es, también, la consecuencia de un concepto equivocado de la vida?

 



[1] Coma, Javier. La novela negra: Historia de la aplicación del realismo crítico a la novela policíaca norteamericana. Barcelona: Ed. 2001, 1980, p. 39.

[2] Backstory: Interviews with Screenwriters of Hollywood’s Golden Age. Edited and with an introduction by Pat McGilligan. Berkeley: University of California, 1986, p. 76.

[3] Burnett, W.R. La jungla del asfalto. Traducción de José Mª. Claramunda. Barcelona: Planeta, 1985, p. 178.

[4] Martínez Torres, Augusto. «Un clásico de la novela negra». En: El País, 19 de septiembre de 1979.

[5] León-Sotelo, Trinidad de. «Vuelven los grandes clásicos de la novela negra». En: abc, 9 de octubre de 2008.

[6] Canal, Jordi. «La consecuencia de un concepto equivocado de la vida». En: Burnett, W.R. La jungla de asfalto. Barcelona, rba, 2008, p. 7.

[7] Abio Villarig, Carlos. Políticas de traducción y censura en la novela negra norteamericana publicada en España durante la II República y la dictadura franquista (1931-1975) [en línea]. Alicante: Universidad de Alicante, 2013, p. 191 [tesis doctoral]. < http://rua.ua.es/dspace/bitstream/10045/35561/1/tesis_carlos_abio_villarig.pdf>. [consulta: 13-12-2019].   

[8] Lapointe, Anik. «Club de Lectura». En: Onda Regional de Murcia, 19 de febrero de 2009.  

[9] La mayoría de correcciones son actualizaciones de lenguaje, del tipo «otros tiempos» en vez de «tiempos pretéritos»; «goma elástica» por «gomilla»; «iba asiduamente» por «concurría»; «señor» por «mister» o «por supuesto» en vez de «a su gusto», pero nunca se replantea una frase entera.

[10] En los años setenta y ochenta algunas editoriales españolas ―Júcar, Bruguera, etc.― usaron traducciones argentinas de novela negra para el mercado español. Muchas novelas se han reeditado más tarde con algunas correcciones.

[11] Burnett, W.R. The Asphalt Jungle. Montreal: Pocket Books of Canada, 1950.

[12] Burnett, W.R. La jungla de asfalto. Traducción de José Mª. Claramunda. Barcelona: rba, 2008, p. 247.

[13] En el film original: «After all, crime is only a left-handed form of human endeavor».

[14] Huston, John. La jungla de asfalto [dvd]. [s.l.]: Warner, 2009.

[15] Burnett, W.R. La jungla de asfalto. Traducción de José Mª. Claramunda. Barcelona: rba, 2008.

[16] Canal, Jordi. «La consecuencia de un concepto equivocado de la vida». En: Burnett, W.R. La jungla de asfalto. Barcelona: rba, 2008.

[17] Burnett, W.R. La jungla de asfalto. Traducción de José Mª. Claramunda. Barcelona: rba, 2012.

[18] Tasis, Rafael. «Ètica i estètica de la novel·la policíaca: (Notes per a un llibre que mai no escriuré». En: Quart creixent, juliol 1957, núm. 2.

[19] Thiebault, Clémentine; Demets, Mikaël. «Révise tes classiques». En: Le Monde, abril-juin 2014, hors-série.

16.2.21

UN TOUR (ACCÉLERÉ) D'ESPAGNE

813, núm. 138, février 2021




Bien qu’à ses débuts le roman noir espagnol se soit polarisé sur Madrid et Barcelone – villes qui maintiennent leur hégémonie politique, économique, éditorial et médiatique –il concerne actuellement toute la géographie de la péninsule. Il s’est en effet décentralisé au point qu’il devient difficile de citer une communauté autonome, une région ou une ville où l’on ne trouverait pas un auteur travaillant la matière criminelle, ou un roman situé dans le cadre choisi. Il a également diversifié ses thématiques et couvre tout le spectre générique, même si ce sont les enquêtes criminelles qui continuent d’être dominantes.

Commençons ce parcours par Barcelone, ville qui a connu une grande transformation depuis les époques de Rafael Tasis, Manuel de Pedrolo et Jaume Fuster, pour citer quelques écrivains en langue catalane, ou de Manuel Vázquez Montalbán et de Francisco González Ledesma, en castillan. La cité olympique a cédé la place à un parc thématique pour touristes que traversent de grands classiques comme Andreu Martín, pour dénoncer l’implantation des triades chinoises, dans Société noire (Sociedad negra, 2012), ou Alicia Giménez Bartlett, en compagnie de Petra Delicado. Carlos Zanón parcourt les quartiers périphériques et donne une nouvelle vie au détective de Manuel Vázquez Montalbán dans Pepe Carvalho, tout fout le camp (Carvalho : problemas de identidad, 2019) ; Víctor del Árbol nous emmène de l’Union Soviétique à l’Ouganda en passant par Tanger et Malmö, et nous montre combien pèse le passé dans Le poids des morts (El peso de los muertos, 2006) ; Rosa Ribas, en duo avec Sabine Hofmann, nous immerge dans la Barcelone des années 50 avec la trilogie consacrée à la journaliste Ana Martí ; Aro Sáinz de la Maza sillonne Barcelone avec l’inspecteur Milo Malart sur la piste de criminels machiavéliques et Toni Hill fait de même avec l’inspecteur des Mossos d’Esquadra (police autonomique) Héctor Salgado. Pendant ce temps, occupent le devant de la scène en catalan le polyvalent Llort avec Herències col·laterals (2014), le regretté Agustí Vehí avec ses romans à arrière-plan historique et Teresa Solana avec ses détectives jumeaux, Enfin, nous découvrons grâce à Jordi Ledesma le côté sombre de la côte de Tarragona, ensoleillée et touristique, dans Ce que la mort nous laisse (Lo que nos queda de la muerte, 2016).

En descendant le long de la côte du Levante, outre les classiques Ferrán Torrent et Mariano Sánchez Soler, le recensement des auteurs s’enrichit du valencien Jordi Llobregat, qui est passé de l’intrigue historique du Huitième livre de Vésale (El secreto de Vesalio, 2015) à une enquête policière franco-espagnole sur un assassinat dans la station pyrénéenne de ski de Vall de Beau (No hay luz bajo la nieve, 2019), tandis que Claudio Cerdán, un des auteurs de hard-boiled hispanique les plus représentatifs, nous conduit sur les traces d’un tueur en série dans Los señores del humo (2019) jusqu’à Madrid, capitale corrompue et sans pitié.

En Andalousie, nous découvrons le monde gothique de Juan Ramón Biedma, prix Dashiell Hammett 2007 pour El imán y la brújula (L’aimant et la boussole) ; Francisco José Jurado propose, avec Benegas (2009), nom de l’inspecteur en chef de la police de Córdoba, des histoires où la ville devient un protagoniste à part entière.
Cadix est une ville où l’influence italienne est sensible : on peut la constater dans les noms de personnages comme Manuel Bianquetti, l’inspecteur de police suspendu sans solde créé par Benito Olmo, ou comme le détective Rafael Bechiarelli, que David Monthiel a conçu comme une sorte de Carvalho gaditan qui, dans Nuestra señora de la Esperanza, accepte d’enquêter sur le meurtre d’un conseiller municipal membre de Poder Popular, le parti qui gouverne la ville, tandis qu’une nouvelle gauche entre au Conseil ; ce roman a remporté le Prix international de roman noir l’H Confidencial 2019.

L’Extrémadure est le territoire d’Eugenio Fuentes, créateur de la série du détective cycliste Ricardo Cupido, tout comme Valladolid l’est du prolifique César Pérez Gellida, auteur d’une dizaine de romans qui frappent par leur rigueur en matière de criminalistique et de médecine légale.
Et nous arrivons en Galice, à Vigo, où nous retrouvons Domingo Villar et son laconique et solitaire inspecteur Leo Caldas, qu’accompagne l’agent aragonais Rafael Estévez, qui entre en conflit à tout moment avec l’idiosyncrasie galicienne ; tous deux sont les protagonistes de trois romans où la mer a une forte présence. Quant à Ourense, rebaptisée Oregon, elle est la ville de Diego Ameixeiras, magnifique auteur de romans durs, comme par exemple en 2018 La crueldad de abril. L’oeuvre de ces deux écrivains nait en galicien puis est traduite en castillan.

Au Pays Basque, fameux pour sa cuisine, nous avons Xabier Gutiérrez, chef du restaurant Arzak et auteur de la série gastronoir dont le protagoniste est un commissaire de la police autonomique, la Ertzaintza. Nous y trouvons également Jon Arretxe, lequel écrit en langue basque (Euskera) puis est traduit en castillan. Il est le créateur du burkinabé Touré, aux multiples facettes, qui exerce de manière sporadique le métier de détective dans une Bilbao multiculturelle. Et puis l’on sait que la Navarre est devenue un lieu de pèlerinage grâce à Dolores Redondo et à sa Trilogie du Baztán, qui conjugue enquête policière et mythologie locale.

Si nous revenons vers l’intérieur de la péninsule, nous rencontrons le vétéran Julián Ibáñez, devenu auteur culte avec les aventures du fouineur Bellón, un personnage qui fréquente assidûment les maisons closes de Castille-La Manche. Et nous entrons à Madrid où, à côté des classiques Juan Madrid et Lorenzo Silva, émergent des auteurs de grande valeur comme Rafael Reig, ou Marta Sanz et son détective homosexuel Arturo Zarco, ou encore David Llorente et ses propositions narratives novatrices.

Un saut au-dessus de l’Atlantique et nous voici dans les îles Canaries. S’offrent à nous les faire visiter les détectives Ricardo Blanco, créé par José Luis Correa, et Mat Fernández, imaginé par Javier Hernández Velázquez. On peut, si l’on préfère, s’adresser aux vauriens et aux truands de bas étage qui peuplent les romans d’Alexis Ravelo, ou gagner l’Afrique en hommage au regretté Antonio Lozano.

Le roman noir espagnol connaît actuellement une époque de splendeur, caractérisée par une multitude de propositions fort intéressantes et ambitieuses, qui s’engagent sur le chemin qu’appelait de ses vœux, dès 1989, Manuel Vázquez Montalbán : « L’avenir du roman noir est de cesser d’être une littérature de genre. Ce qui veut dire le voir sur la frise historique de la littérature générale, comme un genre qui à un moment donné cesse d’être un genre[1]. »

(Traduit de l'espagnol par Georges Tyras)





[1] Manuel Vázquez Montalbán. «Sobre la inexistencia de la novela policíaca en España». En: La novela policíaca española. Edición, estudio preliminar y bibliografía Juan Paredes Núñez. Granada: Universidad de Granada, 1989, p. 59.



20.5.20

LA NOVEL·LA NEGRA: SABER EL VENT I NO SABER EL TORRENT

20 de maig de 2020



Montero Aroca, Juan. La novela negra: un lugar (Estados Unidos) y un tiempo (1920-1965). Valencia: Tirant Humanidades, 2020. 403 p. (Plural). ISBN 978-84-18155-07-9. 29,90 €.

És poc freqüent la publicació d’assaigs sobre la novel·la criminal en el nostre país i menys encara si és centrat únicament en el moviment literari de la novel·la negra nord-americana, del qual encara ara en sobresurt el pioner, La novela negra de Javier Coma, publicat el 1980. Només per aquest fet ja hauríem de saludar l’aparició de La novela negra: un lugar (Estados Unidos) y un tiempo (1920-1965), de Juan Montero Aroca; ara bé, a vegades es troben llibres en què títol i contingut no s’adiuen, i aquest n’és un.
Pensaríem que som davant un llibre dedicat a la novel·la negra nord-americana —com sembla indicar títol i subtítol—, però només veure el sumari advertim que som davant una obra que tracta la novel·la criminal en el seu conjunt, des de la novel·la gòtica i d’horror anglesa del segle XVIII fins a la decadència de la novel·la negra nord-americana a mitjan anys seixanta del segle passat. L’autor fa un recorregut per la novel·la criminal des dels precursors i Edgar Allan Poe, el fulletó francès i la novel·la per entregues anglesa, la novel·la d’enigma, el London Detection Club, Georges Simenon, el thriller d’Edgar Wallace... fins arribar a la novel·la negra nord-americana: cent cinquanta pàgines —i set capítols de quinze— per introduir el tema del títol.
També semblaria que un llibre aparegut quaranta anys després de l’assaig de Coma hauria d’aportar noves visions i informacions sobre un moviment literari que en aquests anys, a diferència d’aquí, ha generat molt bones obres als Estats Units, França i Itàlia, posem per cas i,sobretot, sorprèn que un assaig publicat per una editorial acadèmica no contingui bibliografia ni índex onomàstic, tot i tenir una presentació de manual. Inclou fotografies intercalades al text, per tal d’il·lustrar la matèria, algunes tan poc afortunades com la de l’escriptor Jim Thompson (p. 341), confós amb un altre Jim Thompson antic agent de la cia i creador de la Companyia de la Seda de Tailàndia, potser perquè és la primera imatge que apareix a Google si es fa la cerca «Jim Thompson».
L’autor, Juan Montero Aroca, jurista de formació, magistrat de professió i lector de novel·la de gènere per afició, traspua el seu tarannà ideològic conservador i per bona part del llibre plana la idea que Carroll John Daly, creador del primer detectiu hard-boiled —que l’autor insisteix a anomenar John Daly Carroll—, va ser molt més influent que Dashiell Hammett, però que aquest ha tingut més renom gràcies a la seva militància comunista:  «Carroll no fue un autor con tales convicciones políticas que lo llevaran a ingresar en el Partido Comunista de los Estados Unidos y, por ello, nunca tuvo propaganda que fuera organizada por grupo alguno en su favor. Al contrario, Dashiell Hammett fue cuidadosamente escoltado por las focas amaestradas de la fraternidad crítica y los cuidados regalados por ciertos grupos de presión» (p. 158). Aquest prejudici ideològic el trobem al llarg del llibre, amb afirmacions com: «Después de esta clase de demagogia barata se acaba por entender la razón por la que Javier Coma concluía que existía una lectura marxista de la novela, sin perjuicio de que Coma veía la posibilidad de lectura marxista en casi todas las novelas, lo que dice mucho de su posición ideológica», quan parla de la novel·la Uns lladres com nosaltres, d’Edward Anderson (p. 319), o «Naturalmente un relato escrito y publicado en 1933 tiene frases que hoy serían inadmisibles, dado el momento presente de la llamada ideología de género, una ideología que tiene sus raíces en el marxismo pseudo cultural» en citar un relat de Raymond Chandler (p. 210).
En definitiva, un llibre malaguanyat que potser hauria estat millor (i més honest) plantejar-lo com un recull de lectures personals sobre la novel·la criminal, ja que les prolixes biografies i resums argumentals amarats de prejudicis ideològics ocupen bona part de l‘obra, en la qual no es defineixen termes com hard-boiled o noir, i que potser hauria tingut algun interès fa cinquanta anys. Com se sol dir en català, saber el vent i no saber el torrent.



23.10.19

L’EXPERIÈNCIA DEL PREMI L’H CONFIDENCIAL I L’ESPECIALIZACIÓ DE LA BIBLIOTECA LA BÒBILA EN NOVEL·LA NEGRA

Institut d'Estudis Catalans. Secció Filològica. Jornades (2016: Hospitalet de Llobregat. Jornades de la Secció Filològica de l'Institut d'Estudis Catalans a l'Hospitalet de Llobregat (21 i 22 d'octubre de 2016). Barcelona: IEC. Secció Filològica, 2019





«El filòsof produeix idees, el poeta poemes, el capellà sermons, el professor compendis, etc. El delinqüent produeix delictes. [… ] »El delinqüent no produeix només delictes: produeix, a més, el dret penal i, amb ell, al mateix temps, al profesor encarregat de donar cursos sobre aquesta materia i, a més, l’inevitable compendi on aquest mateix profesor recull les seves lliçons i treu al mercat com una “mercaderia”.
[…]
»El delinqüent produeix una impressió, a voltes moral, a voltes tràgica, segons els casos, prestant així un “servei” al moviment dels sentiments morals i estètics del públic. No tan sols produeix manuals de dret penal, codis penals i, per tant, legisladors que s’ocupen dels delictes i les penes; produeix també art, literatura, novel·les i fins i tot tragèdies, com ho demostren, no solament La culpa de Müllner o Els bandits de Schiller, sinó inclús l’Edip (de Sòfocles) i el Ricard III (de Shakespeare). El delinqüent trenca la monotonía i l’aplom quotidià de la vida burgesa. La preserva així de l’estancament i, provoca aquella tensió i aquell desassossec sense els quals fins i tot l’esperó de la competència s’afebliria.»[1]

Això escrivia Karl Marx vint anys després que Edgar Allan Poe hagués creat el lector de ficcions policíaques amb el magnífic relat Els crims del carrer Morgue i, des de llavors, no s’han deixat d’escriure i de llegir novel·les de crims arreu del món.

Però la novel·la de crims ha seguit diversos camins, segons la intenció dels seus autors, configurant un macrogènere que els francesos anomenen polar, els italians giallo, els alemanys krimi, els anglosaxons crime fiction, i els catalans a falta de res millor anomenem negre i policíac; que engloba tant el que es podría anomenar la «literatura de la seguretat», on la llei i la justicia van del bracet, el crim és una pertorbació de l’ordre establert i la investigación menada pel policia o pel detectiu restablirà l’ordre a l’identificar i neutralitzar al criminal, com la «literatura de la inseguretat», on llei i justicia no volen dir el mateix i l’ordre social es troba tant pertorbat al començament com al final de la novel·la, i que s’assembla molt més al món que ens ha tocat viure.

Entenem el gènere negre i policíac com un macrogènere que engloba tots els gèneres, subgèneres, corrent i etiquetes de la literatura criminal: la novel·la d’enigma —el whodunit—, amb els precursors, les narracions de crims comesos en habitacions tancades i els detectius de butaca; la novel·la policíaca clàssica i les dames del crim; la novel·la negra; el suspens i el thriller (judicial, mèdic i forense, polític, religiós i esotèric, ecològic, tecnològic, etc.); la novel·la d’espionatge; la novel·la crònica o non fiction novel; la nova novel·la negra (el néo-polar, el neo-noir, el neopolicial llatinoamericà i la novel·la negra retrospectiva) i la nova novel·la policíaca (còmico-paròdica i pastitx, històrica, etnogràfica, afroamericana, de campus, LGTBI, romàntica i de misteri…); el cyber noir; la novel·la d’assassins en sèrie; les novel·les protagonitzades pel crim organitzat (narcoliteratura, màfia, etc.); i les noves etiquetes, com la novel·la negra mediterrània, la novel·la negra nórdica, el femicrime

Aquest macrogènere és el que ens va interesar a la Bòbila per fomentar la lectura. Volíem oferir una col·lecció especialitzada que travessés la biblioteca de banda a banda: narrativa, cinema, música, assaig, còmic, premsa, etc., que donés satisfacció tant al lector que cerca el darrer llibre del seu escriptor preferit, com al freaky entusiasmat pel cinema de sèrie B de la RKO, l’especialista que vol tenir a mà les grans obres dels estudiosos francesos i anglosaxons, l’estudiant que fa el treball de recerca, l’amant del jazz noir o el passavolant a la cerca d’informació sobre l’actualitat del gènere.

Pensàvem que podia ser interessant per als lectors trobar en una biblioteca pública, a més de les novetats, col·leccions emblemàtiques que han representat la recepció del gènere a casa nostra, com La Cua de Palla d’Edicions 62 o Enjòlit d’Aymà; les primeres passes del gènere en català, com la repudiada Crim, de Mercè Rodoreda, la trilogia de Rafael Tasis, les novel·les policíaques i parapolicíaques de Manuel de Pedrolo, les de Maria Aurèlia Capmany, les de Jaume Fuster… També obres d’autors en castellà com Mario Lacruz, Francisco García Pavón, Manuel Vázquez Montalbán, Francisco González Ledesma, i el devessall de col·leccions del boom editorial dels anys setanta i vuitanta, publicades per Bruguera, Noguer, Versal, Forum, Plaza & Janés…

Es tractava de crear una biblioteca que donés servei de lectura pública a la seva área d’influència i un fons especialitzat en una temàtica que no es trobava en cap biblioteca del sistema bibliotecari català, que podia singularitzar-la i atraure una nova tipología d’usuaris. Així va néixer el fons especial de gènere negre i policíac, amb els objectius de fomentar la lectura, difondre i promoure aquest gènere literari i cinematogràfic, i convertir-nos en la biblioteca de referència dels amants del gènere negre.

Això, que era un projecte a començaments de 1999, és ja una realitat. La Bòbila s’ha convertit en una biblioteca de referència pel que fa al gènere negre i policíac, amb una col·lecció de més de 18.000 documents on es pot trobar des de les obres de gran èxit a petites rareses, l’autor consagrat i el novell, llibres nous i llibres vells; també, gràcies a Frank Caudett, una molt bona col·lecció de novel·la popular, aquella literatura llargament reivindicada per autors com Javier Pérez Andújar, i que va ser la porta d’entrada a la lectura per a molta gent. Els grans clàssics del cinema negre, el cinema policíac europeu i les sèries televisives actuals; de les grans enciclopèdies sobre cinema negre i els estudis sobre els seus corrents i principals directors, als millors assaigs sobre la novel·la policíaca i els seus representants més destacats.

Entenem la biblioteca pública com una baula de la cadena de la cultura, i ens interessa relacionar-nos amb tots els altres agents que la fan possible: autors, traductors, especialistes, editors, llibreters, crítics, periodistes culturals i, sobretot, amb els lectors. També l’entenem com una arma democràtica i social, un equipament municipal independent de les pressions del mercat, on els ciutadans es poden sadollar d’idees i de coneixement, d’esplai i de gaudi.

La voluntat de la Bòbila és la difusió, i la creació de la col·lecció va anar acompanyada de tot tipus d’accions de difusió per tal de donar-la a conèixer i d’activitats per dinamitzar-la. Així, el mateix 1999 naixia el fanzine L’H Confidencial, per oferir propostes de lectura. El gener de 2000 endegàvem el primer club de lectura de novel·la negra de l’Estat espanyol, amb el propòsit de llegir un autor diferent en cada sessió i mostrar una visió panoràmica de l’ampli ventall de subgèneres, corrents i estils que la integren. El maig de 2003 iniciavem els cicles de cinema negre, per mostrar-ne la evolució i tractar temàtiques, autories, personatges o adaptacions.

Ens agrada crear lectors i despertar-los curiositat, descobrir-los noves propostes i acompayar-los en la seva evolució lectora. Assenyalem les obres i els autors que creiem són d’interès, que potser no han tingut ressó mediàtic però que poden ser una revelació per al lector. Seguim d’aprop la producció de les petites editorials independents i tenim establerta una política de desenvolupament de la col·lecció que regeix les adquisicions documentals.

Oferim activitats relacionades amb el gènere, a més de les citades anteriorment, com exposicions, xerrades amb autors, traductors i especialistes; organitzem jornades temàtiques; mantenim clubs de lectura puntuals, com el crims.cat de novel·la criminal en català, amb la col·laboració de l’editorial Alrevés; fem presentacions de llibres i creem productes digitals que poden ser consultats en qualsevol moment i des de qualsevol lloc. Cerquem la col·laboració amb altres agents, i estem a l’aguait del que passa al voltant del gènere, aquí i a fora. Mantenim informats els nostres usuaris amb el butlletí electrònic InfoBòbila, fem recomanacions diàries des de El Bloc de la Bòbila, i ens agrada treballar en un centre on els usuaris provenen d’arreu i del barri, on els usuaris habituals d’una biblioteca comparteixen espais i serveis amb especialistes, periodistes i investigadors. També amb el Centre Cultural la Bòbila organitzem el Concurs de Microrelats Negres, amb la col·laboració de l’editorial RBA, una proposta per fomentar l’ús de les xarxes socials i la creació de ficcions criminals entre els joves, amb microrelats de 140 caràcters, en el què s’hi participa per Twitter i Facebook.

Al foment de la lectura i la difusió del gènere negre vam voler afegir-hi la promoció del gènere: institucionalitzar un premi internacional de novel·la negra. Així va néixer la col·laboració de l’Ajuntament de L’Hospitalet i Roca Editorial per a convocar el Premi L’H Confidencial que, des de 2007, valora anualment originals arribats de diferents punts de Catalunya, la resta d’Espanya, Europa i Amèrica, principalment. Un premi nascut per promoure la novel·la negra i per projectar la ciutat de l’Hospitalet com a ciutat de cultura a la resta d’Espanya i a Llatinoamèrica, d’on provenen bona part dels seus ciutadans.

El Premi L’H Confidencial és un premi obert a escriptors de qualsevol nacionalitat, procedència o lloc de residència, amb novel·les originals i inèdites escrites en català o castellà; amb una dotació de 12.000 euros i la publicació del guanyador per part de Roca Editorial, i en les deu edicions del premi, hem tingut la oportunitat de conèixer autors plenament consolidats, com Julián Ibáñez, Raúl Argemí, Mariano Sánchez Soler o Cristina Fallarás; altres amb obra publicada però poc coneguts, com Vladimir Hernández o Rafael Alcalde; per alguns, el Premi L’H Confidencial ha estat l’ocasió de publicar per primera vegada i poder ser llegits pels lectors, com Joaquín Guerrero-Casasola, Erlantz Gamboa, Nacho Cabana o Daniel Santiño. Autors d’aquí, de diferents punts d’Espanya, de Mèxic, Argentina o Cuba.

L’especialització ens ha fet visibles. Es fa difícil comunicar activitats i serveis d’una biblioteca quan n’hi ha una a cada poble, a cada barri. La creació d’una col·lecció de gènere negre i policíac ens ha possibilitat establir complicitats amb periodistes culturals, especialistes, autors, editors, premis, aficionats, festivals i altres centres. Una xarxa de relacions àmplia que ens ha permès fer visible la Bòbila des de la perifèria.

La literatura estableix llaços, fa conèixer altres realitats, qüestiona el lector, i creiem que la Bòbila i el Premi L’H Confidencial són una aportació que fa la ciutat de L’Hospitalet al món de la cultura en general i a la difusió i foment de la novel·la de gènere negre en particular.





[1] Karl Marx. Elogio del crimen. Asmara; Madrid: Sequitur, 2008. Traducció al català de l’autor.


PDF