Pròleg a La luna en el
arroyo, de David Goodis
(Barcelona: Sajalín,
2024), amb Àlex Martín Escribà
Esta es una historia escrita por
el tímido y solitario David Goodis. El hombre de Filadelfia que se va a Nueva
York a trabajar de publicista, escribe numerosos relatos para los pulp magazines; colabora en seriales
radiofónicos y acaba teniendo un gran éxito con su segunda novela, Senda tenebrosa (Dark Passage, 1946), que al año siguiente será adaptada
al cine por Delmer Daves e interpretada por Humphrey Bogart y Lauren Bacall. Será
contratado como guionista por la Warner Bros. en Hollywood pero en 1950 regresa
a Filadelfia. Después de haber iniciado una brillante carrera con cinco novelas
de tapa dura, pasa a publicar los originales en bolsillo y buena parte de su
obra aparecerá en «Gold Medal Books», con títulos como La chica de Cassidy (Cassidy’s Girl, 1951), que vendió más de
un millón de ejemplares; La luna sobre el
asfalto (The Moon in the Gutter, 1953); Disparen sobre el pianista (Down
There, 1956) o Un gato del pantano (Night Squad, 1961), entre otras.
Esta es también una historia de un escritor que tuvo una vida traumática.[1] Primero, la muerte de un hermano a los tres años, Jerome, debido a una meningitis. Después, el corto matrimonio con una misteriosa mujer llamada Elaine, pelirroja y atractiva, que lo maltrata y abandona poco tiempo después, donde Goodis queda marcado para el resto de sus días. Pero esta es también la historia vital de un escritor excéntrico que vivió como si estuviera arruinado. En California alquilaba un sofá por unos miserables dólares en casa de un amigo, condujo siempre un destartalado Chrysler descapotable e iba vestido como un auténtico pordiosero. En Filadelfia frecuentaba alcoholizado las tabernas de los barrios bajos y tenía obsesión por las negras obesas. Después de la experiencia en Hollywood, regresa a casa de sus padres donde pasará los últimos años de su vida, y se hace cargo de Herbert, el hermano esquizofrénico. Intenta escribir el resto de los días, día tras otro, pero la muerte del padre lo deja definitivamente trastocado. El mundo de Goodis se hunde y más aún cuando en 1965 denuncia a los productores de la serie televisiva El fugitivo (The Fugitive, 1963-1967) por plagio de Senda tenebrosa. En 1966, desesperado, decide ingresar voluntariamente en un hospital psiquiátrico y muere de un ictus un año después. Tenia cuarenta nueve años.
Esta es, pues, una historia escrita per un escritor maldito, maltratado por la crítica, que tras su muerte sus libros se encuentran descatalogados, su nombre olvidado en todas las enciclopedias norteamericanas y que, en cambio, obtiene un gran reconocimiento en Francia. Reivindicado por André Gide, Jean-Paul Sartre o Albert Camus, se le publica regularmente desde finales de los años cuarenta; sus obras llenas de nihilismo y desesperanza se convierten en fuente de inspiración de varios directores cinematográficos como Pierre Chenal, François Truffaut, Henri Verneuil, René Clément, Jean-Jacques Beineix, Gilles Behat o Francis Girod e, incluso, el periodista, escritor y traductor Phillipe Garnier[2] que le ha dedicado dos apasionantes biografías.
Su obra, en cambio, no se volverá a publicar en los Estados Unidos hasta que Barry Gifford crea la colección «Black Lizard» en los años ochenta, con el objetivo de recuperar obras de grandes autores olvidados de la segunda generación de la novela negra norteamericana, donde publica seis títulos del autor. En los años ochenta también se empieza a publicar en España, aunque ya nos habían llegado títulos de la mexicana editorial Novaro o de las argentinas Acme, Hachette o Tiempo Contemporáneo.
Esta es también la historia de una novela maldita de un autor maldito, The Moon in the Gutter, de David Goodis, que fue publicada en los Estados Unidos en 1953 con el número 348 de la colección «Gold Medal Books» de Fawcett y cubierta ilustrada por Victor Olsen, que ha tardado sesenta y nueve años en ser reconocida como la gran novela que es, al ser publicada en 2012 por la prestigiosa Library of America en el volumen editado por Robert Polito, David Goodis: Five Noir Novels of the 1940 & 50s.
Gallimard, que publicaba Goodis en Francia, no se aventuró en editarla y entre las fichas de lectura de la colección «Série Noire» de 1953, redactadas por Marcel Duhamel y sus colaboradores, hay una dedicada a esta novela para rechazar su publicación que dice así: «Laboriosa y aburrida, el Zola del pobre».[3] Bastantes años después, cuando un usuario de la librería parisina Le Troisième Œil, dirigida por François Guérif, le da a leer el libro este exclama: «Pero esto no es posible, se han vueltos locos en la “Série Noire”».[4] De hecho, hubo que esperar hasta 1981 para que Fayard, con traducción de Danièle Bondil, publicara La lune dans le caniveau.
Pero esta también es la historia de una película maldita, de una novela maldita y de un autor maldito. Dos años después, el director de cine parisino Jean-Jacques Beineix —ya conocido por el exitoso largometraje Diva (1980)— adaptaría la novela a la gran pantalla. Beineix confiesa en sus memorias[5] que el texto lo deja boquiabierto «por su universo, desesperante, nocturno, sin esperanza». Para interpretar el papel principal el director piensa en Bernard Giraudeau, después en Patrick Dewaere, pero por exigencias de la productora es finalmente Gérard Depardieu. A pesar de la potencia y la fragilidad de su rostro, Beineix queda decepcionado. En el reparto le acompañan Nastassja Kinski —que ya había trabajado en Tess (1979) con Roman Polanski— y una jovencísima Victoria Abril que interpreta magistralmente el rostro de la vulgaridad y animalidad de su personaje. La película se rueda en una Marsella irreconocible, ya que el film oscila más entre el surrealismo y el hiperrealismo, repleto de distorsiones formales y visuales, obviando su vertiente más psicológica. En una entrevista, el director declara que «si el libro de David Goodis me ha gustado, es porque habla de la sociedad en la que vivo. Estoy en armonía con el personaje: un hombre en un callejón sin salida, literal y figurado. Detrás, más allá, está el mar, el puerto, los barcos».[6] Una vez estrenada, la crítica fue expeditiva i catalogó la película de esteticista y artificiosa y fue un fracaso de taquilla.
Esta es también una ambigua historia onírica y fatalista de personajes perdidos en un laberinto, en la que, como afirma Geoffrey O’Brien, «el lirismo sentimental de la prosa de Goodis esconde una visión cruel de la vida».[7] Crónica de un amor imposible personificado por Loretta en los muelles de Filadelfia, en Vernon Street no hay espacio para la esperanza, ni redención para el estibador William Kerrigan ni justicia para su hermana Catherine. Un callejón de los sueños perdidos en el que cada noche la luna refleja una mancha de sangre reseca sobre el asfalto, que recuerda a sus habitantes la imposibilidad de salir ilesos y el único consuelo está en el fondo de una botella. Una historia escrita por un hombre del que el escritor Marvin H. Albert dijo: «¡Ah! Goodis, una mezcla de amor loco y tristeza, desesperado y tranquilo a la vez, una agonía lenta y romántica. Era un hombre desesperadamente solitario... »[8]
La luna bajo el asfalto es una de aquellas historias a la búsqueda de un mundo que es lo más cercano a la cara oculta del sueño americano. Goodis nos deja cerca de una veintena de novelas y es hoy uno de los escritores más destacados de su generación, un creador de atmósferas y de «personajes que acostumbran a retratar el submundo marginal de las grandes ciudades, reflejar las permanentes derrotas, estar hundidos en situaciones sin salida, perdidos en un mundo lleno de fronteras y obstáculos»,[9] como una especie de abismo y de intensidad trágica.
La maldición de la luna sobre Vernon Street. Ahora sí, concluyamos este prólogo tal como lo hemos empezado: esta es una historia escrita por el tímido y solitario David Goodis...
[1] James Sallis. Vidas difíciles: Jim
Thompson, David Goodis, Chester Himes. Barcelona: Poliedro, 2004.
[2]
Goodis,
la vie en noir et blanc.
Paris: Seuil, 1984 y Retour vers David
Goodis. Paris: Éditions de la Table Ronde, 2016.
[3] Philippe Garnier. Retour vers David Goodis. Paris:
Éditions de la Table Ronde, 2016, p. 166.
[4] François Guérif. Du polar: Entretiens avec Phillipe Blanchett. Paris: Payot &
Rivages, 2013, p. 33.
[5] Jean-Jacques Beineix. Les chantiers
de la gloire. Paris: Fayard, 2006.
[6] François Guérif. Des
moments de cinema: Entretiens.
Paris: La Grange Batelière, 2023, p. 45.
[7] Geoffrey O’Brien. «Il buio nel cervello». En:
I colori del nero: cinema, letteratura
noir. A cura di Marina Fabbri, Elisa Resegotti. Milano: MystFest; Ubulibri,
1989, p. 114.
[8] Jean-Bernard Pouy. Une brève histoire du roman noir. (Avec la collaboration de
Stéfanie Delestre). Paris: L’œil Neuf, 2009, p. 52.
[9] Taibo II «Nota». En: Goodis, David. Viernes negro. Gijón: Júcar,
1990, p. 7.