Desde su celda, Otash, ya decrépito, rememora los pormenores
de unas estrellas de cine encumbradas al Olimpo de la fama, de unos políticos
corruptos y de una clase alta que hace de todo por evitar un escándalo. Años de
investigador para la revista sensacionalista Confidential lo llevaron a
desmontar con sus chismes los cimientos de la sociedad de la época. No es
baladí que apareciera en los archivos del FBI sobre la muerte de John F.
Kennedy. O que lo contrataran Bette Davis o Lana Turner. Peter Lawford le pagó para
investigar a Marilyn Monroe y de él se dice que fue el último hombre que la
escuchó respirar.
Conocido como Gestapo Otash,
encarnaba lo que se espera de un detective: fumaba mucho, conducía un Cadillac,
bebía whisky, se rodeaba de mujeres, usaba gomina y era el oído de Hollywood.
Descubrió la adicción a las drogas de Judy Garland y en sus memorias recogió
las implicaciones de Bobby Kennedy en la muerte de Monroe. Sin embargo, tras su
fallecimiento, cualquier archivo o cinta con información recabada por el
detective desapareció.
James Dean, Liz Taylor o los
Kennedy pululan por esta nueva novela independiente en tres partes que se
desmarca del Segundo Cuarteto de Los Ángeles. Una historia de paranoia, repleta
de conspiraciones comunistas, simpatizantes del FBI, películas obscenas y
extraños compañeros de cama.