12.7.17

« CHANDLER ESTUVO AQUÍ»

Pròleg a La vida de Raymond Chandler, de Frank MacShane
(Barcelona: Alrevés, 2017), amb Àlex Martín Escribà




Su nombre se asocia al gran detective de ficción por antonomasia, con permiso —claro está— del Sherlock Holmes de Arthur Conan Doyle. Convertido en la actualidad en un arquetipo literario y cinematográfico, fruto de numerosas reescrituras y franquicias literarias, es el investigador de novela negra más citado —que no leído— de todos los tiempos. 

Bastaron siete novelas completas y algunos relatos para alcanzar un éxito sin precedentes: heredero del caballero andante y del cowboy, solitario y justiciero, Philip Marlowe sacó licencia como detective privado después de ser expulsado del cuerpo policial por insubordinación. Cínico, duro, irónico y sentimental, se mueve como pez en el agua en las sórdidas calles de Los Ángeles, donde traza una completa crónica de la sociedad norteamericana de los años cuarenta y cincuenta. En definitiva, unas novelas narradas en primera persona, con diálogos chispeantes, que mostraron un mundo corrupto e hipócrita, cuya podredumbre moral crece a medida que avanzan sus investigaciones. En ese viaje al infierno, el detective parece solo estar a salvo en su viejo despacho destartalado o consumiendo bebidas alcohólicas y recordando a rubias antológicas. 

Para poder entender la esencia de este personaje de ficción es necesario conocer bien a su creador. Bajo el título La vida de Raymond Chandler (1976), firmado por el prestigioso crítico y escritor Frank MacShane (1929-1999), y publicado en España en 1977 por la editorial Bruguera con espléndida traducción de Pilar Giralt y ahora reeditado por Alrevés, el lector tiene entre manos la primera[1] y excelente biografía creada a partir de testimonios directos y abundante documentación, manuscritos y correspondencia de Chandler que le permitirá entender la excéntrica vida de un escritor que se crio en Inglaterra pero que supo captar el espíritu californiano como pocos lo han hecho. Hombre de carácter huraño y solitario, depresivo, mujeriego, adicto al alcohol, tuvo una vida repleta de sucesos e incidentes de todo tipo: abandonado por su padre, casado con una mujer dieciocho años mayor que él, despedido traumáticamente de una compañía petrolera, tuvo que realizar diferentes oficios antes de poderse dedicar a la escritura con casi cincuenta años. 

Un libro que nos cuenta también sus inicios literarios, su paso por emblemáticos pulp magazines como Black Mask y Dime Detective, la canibalización de algunos de sus relatos para la escritura de las novelas, sus encuentros y desencuentros con escritores de la talla de Dashiell Hammett o James M. Cain, o los interesantes procesos de las adaptaciones cinematográficas de algunas de sus obras y su doloroso paso por Hollywood como guionista.

En definitiva, una biografía necesaria y de referencia que —si nos lo permiten— deben complementarse con dos imprescindibles ensayos más, que todo amante de Raymond Chandler debería conocer. Primero, El simple arte de matar, un excelente tratado que permite revisar los arquetipos universales del escritor —donde critica el mal estilo de sus colegas—, define el rol del detective privado y plantea las necesarias fórmulas sobre cómo escribir novelas duras y realistas. El segundo, su extensa correspondencia publicada en El simple arte de escribir, una sucesión de cartas y contradicciones del escritor con la industria del cine, además de las siempre difíciles y conflictivas relaciones que mantuvo con editores, agentes y abogados. 

No les entretenemos más. Pasen y lean. El libro que se disponen a leer supone un retrato exhaustivo de un escritor que, entre muchas otras facetas, creó a uno de los detectives más universales de todos los tiempos. Para comprobar y entender su repercusión, pregunten a los lectores más ávidos o simplemente lean a la mayoría de los investigadores actuales. Observarán cómo todos ellos son, en mayor o menor medida, hijos de Philip Marlowe… porque, no lo duden, Raymond Chandler estuvo aquí.



Más tarde han aparecido otras biografías, entre las que cabe destacar Raymond Chandler: A Biography (1997), de Tom Hiney; The Long Embrace: Raymond Chandler and the Woman He Loved (2007), de Judith Freeman; o The Life of Raymond Chandler (2012), de Tom Williams.